martes, 4 de febrero de 2014

El jardín del espectro

 

Cuenta una historia, que mucho tiempo ha, en un bello y lejano lugar. Vivía espectro, que soñaba con amar...
Quiso el destino que en su vagar, por un mundo sin amigos ni nada que estimar. Una herida en la tierra, una yaga profunda, atrajera su atención. Se deslizó por ella y en su interior, a una campesina yaciendo halló. Entre sus manos yertas, un brote, una flor...
Intentó despertar a la joven, mas no pudo. Su espíritu había marchado ya. Lo único que de ella quedaba, era su cuerpo y una planta.
Cuerpo, que como bien sabía el espectro, pronto desaparecería. Y que alimentaría lo que en su último aliento plantó.
Marchose, abandonando a su suerte planta y cuerpo. Mas, aquella misma noche, no pudo quitarse de la cabeza que si alguien había gastado su último hálito por una flor, debía haber alguna razón para ello...
A la mañana siguiente volvió a la grieta. Alguien había recogido a la chica, y pisoteado descuidadamente al germinado...
Apenado, se dedicó a cuidar y velar la plantita. A la espera de que los deseos de su benefactora, pudiesen cumplirse, en una planta fuerte y crecida...
Es lo menos que un difunto puede hacer por otro, pensó para sí.
Pasaron los años, luego los siglos. Y el espectro siguió cuidando de aquella planta, que había convertido en un arbusto de flores magníficas, impropias del mundo terreno.
En torno a él, había surgido un inmenso jardín, que el espectro se esmeraba en cuidar. Al principio por compasión, más tarde con afecto.
El jardín era el lugar más hermoso que ojos humanos jamás hayan visto...
El espectro había descubierto uno de los tipos de amor, uno puro, dulce e inocente...
 
Por si alguien quiere saber qué planta es; se trata de una "weigelia".

Por cierto, esta historia me vino inspirada escuchando a Mago de Oz, concretamente "la leyenda de la Mancha".

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